El universo tiene sonido: cómo los científicos aprendieron a “escuchar” el espacio

NotiPress

Desde 2015, instituciones científicas comenzaron a transformar señales del espacio profundo en composiciones auditivas que ayudan a identificar patrones y comportamientos invisibles al ojo humano. Este método, denominado sonificación, convierte datos físicos o visuales de eventos cósmicos en sonidos percibibles, ampliando así las herramientas disponibles para el análisis astronómico.

Uno de los antecedentes más citados en esta técnica es la detección de las ondas gravitacionales GW150914. Ese evento, registrado por interferómetros avanzados, derivó de una colisión entre dos agujeros negros. Al traducir las señales resultantes a frecuencias dentro del rango auditivo, investigadores escucharon un chirrido cuya intensidad aumentaba hasta culminar en un cese abrupto, correspondiente a la fusión final. La señal registrada se encontraba entre 35 y 250 Hz, sin necesidad de ajustes para su percepción auditiva.

Proyectos recientes implementados por agencias espaciales, entre ellas la NASA, incorporan datos provenientes de telescopios como Hubble, Chandra y James Webb. En estas iniciativas, los valores obtenidos de distintas longitudes de onda se mapean a propiedades del sonido, como la altura tonal, el ritmo o la dinámica, mediante reglas previamente definidas.

La traducción auditiva del centro galáctico es uno de los casos más destacados. En esa representación, los rayos X se asocian con sonidos de xilófono, la luz visible con violines y los datos infrarrojos con notas de piano. Esta construcción sonora sigue el escaneo de una imagen desde el núcleo hacia regiones periféricas. El clímax de la pieza coincide con la representación acústica de Sagitario A*, el agujero negro ubicado en el corazón de la Vía Láctea.

Otra aplicación de esta técnica se vincula con la imagen de los Pilares de la Creación. Para generar una secuencia auditiva, se asignó un tono específico según la posición vertical de los elementos en la imagen; las zonas superiores producen sonidos más agudos y las inferiores, notas graves. La secuencia progresa de izquierda a derecha y reproduce el recorrido visual del archivo original.

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Registros sonoros también han surgido a partir de emisiones detectadas cerca de planetas del Sistema Solar. Las sondas Voyager y Cassini captaron ondas de plasma y radio alrededor de Júpiter y Saturno. Posteriormente, estas señales electromagnéticas se tradujeron en formas sonoras que reflejan la interacción entre viento solar y campos magnéticos planetarios.

Además de contribuir al estudio de fenómenos espaciales, estas interpretaciones auditivas acercan el conocimiento astronómico a públicos más amplios. El uso del oído como herramienta de análisis permite detectar estructuras complejas o variaciones sutiles que podrían pasar desapercibidas en una visualización tradicional.