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Un reciente hallazgo científico ha modificado la línea de tiempo evolutiva de los depredadores marinos más enigmáticos: los calamares. Un equipo de paleontólogos de la Universidad de Hokkaido descubrió en Japón más de 260 fósiles de calamar del Cretácico Superior, revelando que estos cefalópodos no solo existían hace 100 millones de años, sino que ya dominaban los mares mucho antes de la extinción de los dinosaurios. El estudio fue publicado en la revista Science.
A diferencia de la mayoría de los fósiles marinos, los calamares rara vez se conservan debido a su cuerpo blando. Sin embargo, gracias a una innovadora técnica de escaneo 3D que digitaliza rocas enteras con sus fósiles incrustados, los investigadores lograron identificar mil picos fosilizados —estructuras duras similares a picos de loro— que funcionan como evidencia clave de su existencia. De estos, 263 correspondían a calamares, incluyendo aproximadamente 40 especies nunca antes documentadas.
Según explicó el Dr. Shin Ikegami, primer autor del estudio, “Tanto en número como en tamaño, estos antiguos calamares dominaron claramente los mares”. Agregó que los ejemplares hallados eran comparables en tamaño a peces y superaban incluso a los ammonites, parientes extintos y ampliamente reconocidos por su éxito evolutivo en los océanos mesozoicos.
Otro hallazgo revelador fue la presencia de los dos principales grupos de calamares modernos: Myopsida, que habitan zonas costeras, y Oegopsida, de aguas abiertas. Ambos ya existían hace unos 100 millones de años, lo que contradice la idea de que los calamares comenzaron a proliferar tras la extinción masiva de hace 65 millones de años.
“Estos hallazgos cambian todo lo que creíamos saber sobre los ecosistemas marinos en el pasado”, afirmó el profesor asociado Yasuhiro Iba, quien dirigió la investigación. El estudio sugiere que los calamares fueron pioneros en el dominio del océano como nadadores rápidos e inteligentes, anticipándose en millones de años a su aparente apogeo post-dinosaurios.
Este descubrimiento no solo amplía el conocimiento sobre la evolución de los cefalópodos, sino que plantea nuevas preguntas sobre las dinámicas ecológicas del Mesozoico, una era dominada por formas de vida mucho más complejas y diversas de lo que se había supuesto hasta ahora.