El estrés intensifica los malos recuerdos al alterar los circuitos neuronales

NotiPress

La reacción fisiológica más frecuente de la era moderna puede ser un factor agravante en la formación de recuerdos. De acuerdo con un estudio publicado en Cells, el estrés puede influir en la forma en cómo el cerebro construye los recuerdos. Las sustancias liberadas producto del estrés “intensifican” las memorias vinculadas con el miedo.

En efecto, los malos recuerdos se hacen más amplios. Esto quiere decir que, si una persona con miedo a los perros presencia un día a un perro gruñéndole, el evento creará un mal recuerdo y, con el tiempo, cuando intente tocar un perro, ese recuerdo resurgirá para provocarle más miedo que su primera experiencia. Este escenario puede repetirse en cualquier actividad cotidiana.

De acuerdo con el estudio, una persona estresada se vuelve más susceptible a unir recuerdos negativos con los neutrales y a reaccionar de manera aversiva a ambos. Esto sucede debido a que cualquier recuerdo se almacena físicamente en el cerebro en forma de engramas (una estructura de interconexión neuronal), y dependiendo del tipo de memoria, se guardará en una parte u otra del cerebro.

Si bien los engramas son considerados las representaciones gráficas de los recuerdos, están lejos de ser conjuntos de neuronas ubicadas en un solo punto. Los investigadores los consideran como huellas o senderos específicos en un campo con miles de caminos. Cuando una persona toca un instrumento musical de memoria, por ejemplo, su cerebro está recorriendo un solo sendero o engrama para ejecutar el movimiento a la perfección.

Los recuerdos traumáticos funcionan de una manera similar. Luego de un mal momento, el cerebro activa la amígdala y se crea un engrama de advertencia y, por ende, un “sendero” que se recorrerá cuando la persona vuelva al escenario que inicialmente creó la experiencia traumática.

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Es aquí donde entra a jugar el estrés que es capaz de modificar escenarios neutrales para que formen parte de un engrama de miedo cerca de la amígdala. Para observar este proceso, los investigadores expusieron a ratones a situaciones aterradoras para crear malos recuerdos. Al analizar su actividad neuronal, observaron que los roedores estresados tenían un engrama más grande que aquellos relajados. Por tanto, reaccionaban con miedo en circunstancias de peligro y en escenarios comunes.

Según los investigadores, la clave del proceso es un regulador químico en el comportamiento neuronal del engrama llamado ácido gamma-aminobutírico (GABA). Este componente “funciona como la cuerda de terciopelo de un club nocturno. Solo deja entrar a ciertas neuronas al club”, señala Sheena Josselyn, coautora del estudio. Sin embargo, el estrés hace que el cuerpo bombee un neurotransmisor que impide la liberación de GABA. Como consecuencia, la “cuerda de protección” cae y muchas neuronas “pueden entrar a ese club exclusivo”.

Para revertir los efectos del estrés en la formación de la memoria en ratones, los investigadores utilizaron dos medicamentos, uno de los cuales está aprobado para interrumpir el embarazo temprano, la mifepristona. Los medicamentos bloquearon los receptores de glucocorticoides o la producción de endocannabinoides, neurotransmisores productos del estrés. Como resultado, los ratones estresados recordaron los recuerdos de la misma manera que los ratones no estresados.

Aun así, los investigadores indicaron que los medicamentos tienen efectos secundarios más allá del cerebro y funcionan solo si se administran en el momento en que se forma el recuerdo, por lo que es poco probable que sean útiles en las personas. Por lo tanto, el equipo de Josselyn está investigando la manera de alterar los engramas después de que se formó el recuerdo o, en su defecto, cómo mitigar los efectos del estrés en la memoria.