HOY NOS DICEN POETAS Y LO PEOR ES QUE NOS LO CREEMOS… PREGUNTO: ¿O PARECEMOS, O EN VERDAD LO SOMOS…?

( Alexander Campos -Artículo de opinión)

Así de vasallos somos, no nos da vergüenza que nos nombren como no nos lo merecemos, deberíamos tener un poquito de pudor, de decoro o de vergüenza porque ese título en verdad pesa, tiene una acreditación histórica, ennoblecedora,  justa, especial, honorífica y distintiva, se le da a alguien que en verdad se lo haya buscado cada día con aplomo, firmeza y disciplina en la práctica de la labor y del oficio; quién haya no sólo trabajado en la tarea de escribir, si no que esté dispuesto a superar las dificultades que exigen las propuestas para dejar un precepto literario con algún nivel de calidad ante los ojos del mundo

Empezando de hecho, por haber aprendido a leer libros… igual leer la vida y apreciar sus circunstancias, para seguir la acción sistemática de   aprendizaje-enseñana-aprendizaje, pues está demás decir que para aprender a escribir hay que aprender a leer, y cuando digo haber aprendido a escribir no me refiero únicamente a poner las letras correspondientes al uso del lenguaje (que dicho sea de paso cuánta vergüenza y pesar ocasiona leer las palabras mal escritas, mal puntuadas, mal aplicadas) pero dejemos de lado eso y vámonos a las propuestas literarias que se hacen del conocimiento público y lo peor es que una multitud de insensatos lectores les alaban sus múltiples barrabasadas y hacen que los ofertantes (los que se llaman o les llaman poetas)

Se crean que son buenos por un impreciso cortejo y de hecho se crean insuperables en la manera de escribir sin alcanzar reconocer sus mortecinos criterios; a esto hay que agregarle que existen algunos que más o menos se defienden en el arte de hacer poesía, cuento, ensayo, crónicas, documentales, canciones o artículos de opinión y por convenios personales se toman el abuso de acreditar a los mediocres y les acogen en sus grupos selectos que llaman “colectivos, proyectos, uniones, asociaciones literarias” u otros calificativos falsarios de la acción del deber ser.  

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Sé de hecho que estos comentarios causan roncha ante algunos que siquiera se atreven a responder porque están conscientes de su ineptitud e infame error en donde la distancia se interpone entre el ser y el querer ser. 

El camino de un poeta no está hecho de títulos recibidos a granel por todas las redes sociales (les nombran embajadores, cónsules, obispos literarios) por esas ventanas inconsistentes y carentes de registros de calidad; debo decir, afirmar que los reales títulos  van más allá de ese espejismo que induce a una imagen fantástica ante una realidad que desilusiona al lenguaje, a la precisa letra, a la interpretación de los valores de vida, al juicio que da valor a la existencia, al análisis preciso y profundo que requiere la literatura y al desarrollo de un sentido crítico que merme la altanería en que tantos se suben y que creen ser lo que a muchos nos falta  para lograr ese calificativo que debe ser sustentador de la razón artística y humana.

No confíen en la parva de diplomitas que les regalan, muchos de estos no representan nada, no acreditan, no dan ninguna sustentabilidad al oficio de escribir; mejor pongámonos a estudiar el lenguaje, la patria, el mundo, la vida, pero ante todo la historia de los grandes autores para identificar en que nivel, en que grada o desgrado (desgracia) nos encontramos.

Les dejo un saludo concreto, real, afectuoso; de compromiso con la palabra, recibanlo de este humilde aprendiz del verso. 

Queridos “”””””p o e t a s”””””“ ”poetas”  de títulos no merecidos, de honores inmerecidos, de festejos pervertidos hombres, mujeres y los demás que emulan hacer un OFICIO que merece, de hecho, mucho más esfuerzo, gran empeño, noble anhelo, preciso esmero, pero sobre todo luz, inteligencia, compromiso, arraigo y trabajo perenne, justo, leal y sincero en pro de la sabia y dignificante palabra.

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Procuremos no sólo escribir correctamente, sino escribir para nutrir el alma individual y colectiva.

… He dicho señores …

Saludos a Tagore, Baudelaire, Aleixandre, Víctor Hugo, Juana Inés, Machados, Neruda, Vallejo, Huidobro, Chocano, Mistral, Martí, Felipe, Lorca, Pessoa, Storni, Silva, Palma, Hernández, Ibarbourou, Darío, Buesa, Mirón, Benedetti, Lars, Gavidia, Dalton y otros. 

¡Hasta la eternidad nobles y respetables maestros de siempre!…