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La masonería, con su estructura jerarquizada y sus rituales filosóficos, sirvió de modelo para sociedades secretas que facilitaron los movimientos independentistas en América Latina. Según lo que el investigador chileno Felipe del Solar explicó a la BBC, estas organizaciones permitieron a las élites criollas coordinar acciones frente a la crisis de la corona española, aunque aclaró que atribuirles el logro de la independencia es “propaganda”.
Las primeras logias masónicas llegaron a América Central y del Sur a mediados del siglo XVIII, principalmente en territorios británicos y franceses del Caribe. En el Imperio español, la masonería fue prohibida desde 1751 y perseguida por la Inquisición, lo que limitó su expansión.
Durante las guerras de independencia, surgieron sociedades secretas como la Logia Lautaro, activa en Buenos Aires y Santiago de Chile. Esta organización, inspirada en estructuras masónicas, permitió a líderes como José de San Martín y Bernardo O’Higgins coordinar la lucha independentista. Sin embargo, Leon Zeldis señaló en BBC que “no existe prueba documental de que ni San Martín ni O’Higgins fueran masones”.
Simón Bolívar es el único libertador con pruebas documentadas de filiación masónica. Se inició en la Logia de San Alejandro de Escocia en París el 11 de enero de 1806. No obstante, Del Solar indicó que “parece que la masonería no jugó ningún papel en sus escritos ni en sus actividades”. En 1828, Bolívar prohibió todas las sociedades secretas, incluida la masonería, tras descubrir un complot en su contra.
En cuanto a Francisco de Miranda, a quien se le atribuye haber creado la “Gran Reunión Americana” en Londres, Zeldis precisó que “el peso de las pruebas demuestra que Miranda no fue masón”. Por otro lado, José Miguel Carrera sí fue iniciado en la Logia Saint John en Nueva York, donde estableció contactos que le facilitaron recursos para la lucha independentista, aunque Del Solar aclaró que estos apoyos respondieron a intereses comerciales.
La masonería se consolidó políticamente en América Latina hasta mediados del siglo XIX, con la llegada de gobiernos liberales. En México, Benito Juárez, reconocido masón, promovió leyes laicas en un contexto mayoritariamente católico. En Cuba, la masonería cobró fuerza a finales del siglo XIX, apoyando la independencia de la isla.
Actualmente, se estima que hay alrededor de 350.000 masones en América del Sur y Centroamérica, con una influencia política que varía según el país.